divendres, 9 de juliol del 2010

Marroc: Tanger

Montañas de cus cus, cascadas de te,
olores de especies que se calan en la ropa.
Marea de gente, de chilavas y babutchas,
con un rio de miradas de bienvenida,
entre sonidos y palabras desconocidas.
Pero cae la tormenta entre ser de oriente e occidente,
relampagos de vulneravilidad, carencias, explotaciòn,...
y truenos de divorcio patologico.
El aire que los rodea es el de la invisivilidad,
y tienen derecho de huir, de promocionarse.
Aunque el camino sea un camino de rupturas,
para buscar ser una gota de identidad

dimecres, 7 de juliol del 2010

INSTITUCION TOTAL

No entiendo la persecución institucional que estoy viviendo. Me siento controlada y oprimida. Recuerdo el libro de Freire: Pedagogía del oprimido. Cuenta las diferentes relaciones entre opresor y oprimido. Como el opresor (discurso dominante) maneja la vida del oprimido. Freire destaca la importancia de que opresor y oprimido tengan una relación de aprendizaje mutuo.

Y me planteo quien soy. Si estoy oprimida o quieren hacerme oprimida. ¿Pero lo van a conseguir? Van hacerme pensar, reflexionar, pero no van hacerme sentirme oprimida y no van a politizar mi trabajo y mucho menos mi esencia de ser.
Se oprimen ellos mismos, son opresores de sus propias palabras, se oprimen con la obsesión, paranoia y mentiras que generan día tras día.

¿Quién oprime a quien? ¿Quién es opresor de quien?

JOSE SARAMAGO 3.12.98

La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado. Presentar un papel que diga cómo nos llamamos y dónde y cuándo nacimos, es tanto una obligación legal como una necesidad social. Nadie, verdaderamente, puede decir quién es, pero todos tenemos derecho de poder decir quiénes somos para los otros. Para eso sirven los papeles de identidad.
Negarle a alguien el derecho de ser reconocido socialmente es lo mismo que retirarlo de la sociedad humana. Tener un papel para mostrar cuando nos pregunten quiénes somos es el menor de los derechos humanos (porque la identidad social es un derecho primario) aunque es también el más importante (porque las leyes exigen que de ese papel dependa la inserción del individuo en la sociedad).

La ley está para servir y no para ser servida. Si alguien pide que su identidad sea reconocida documentalmente, la ley no puede hacer otra cosa que no sea registrar ese hecho y ratificarlo.
La ley abusará de su poder siempre que se comporte como si la persona que tiene delante no existe. Negar un documento es, de alguna forma, negar el derecho a la vida. Ningún ser humano es humanamente ilegal, y si, aún así, hay muchos que de hecho lo son y legalmente deberían serlo, ésos son los que explotan, los que se sirven de sus semejantes para crecer en poder y riqueza. Para los otros, para las víctimas de las persecuciones políticas o religiosas, para los acorralados por el hambre y la miseria, para quien todo le ha sido negado, negarles un papel que les identifique será la última de las humillaciones.

Ya hay demasiada humillación en el mundo, contra ella y a favor de la dignidad, papeles para todos, que ningún hombre o mujer sea excluido de la comunidad humana.